La 3G permitió que la Internet móvil llegara al gran público y dio inicio a la era del smartphone, en la que aún nos hallamos. Sin embargo, la llegada de la 4G y la 5G ha comportado que la citada tecnología quede casi obsoleta en numerosos países, lo que ha llevado a las operadoras a apagarla progresivamente.

Sin embargo, todavía quedan consumidores y empresas vinculados a dispositivos que usan la 3G, lo que significa que existe un imperativo, tanto en el plano moral como en el de la normativa, de garantizar que nadie se quede atrás.

El Spectrum Navigator de GSMA Intelligence cifra en 22 el número de operadoras europeas que ya han apagado su 3G. Otras 41 la han programado de ahora a 2030.

Radhika Gupta, directora sénior y de adquisición de datos de la firma de análisis, señala que numerosas operadoras europeas están apagando la 3G, más que la 2G, debido a que el impacto de la desconexión sobre la experiencia del cliente parece baja, y a que muchos servicios públicos y redes de emergencia todavía usan la generación anterior.

Gupta añade que algunos de los problemas a los que pueden enfrentarse las operadoras que ponen fin a la 3G son las barreras que dificultan la renovación de los clientes –como por ejemplo, la falta de teléfonos apropiados o problemas de cobertura–, los costes asociados a la extinción y la actualización del equipo existente, y la insuficiente preparación para ofrecer VoLTE local e internacional como alternativa.

Preguntados por Mobile World Live (MWL) sobre los incentivos e inconvenientes para la desconexión de la 3G, algunos de los principales proveedores europeos destacan el ahorro de energía y la reutilización de recursos, y subrayan la importancia de ofrecer apoyo a los clientes vulnerables para garantizar que nadie se quede desconectado.

Necesidades energéticas
Una de las operadoras que ya ha apagado la 3G es Deutsche Telekom. En una conversación con MWL, Axel Burkart, director del programa de la operadora para dicho proyecto, explica que el principal incentivo es la optimización de los activos de espectro.

“Por lo general, las tecnologías modernas, como LTE o 5G, ofrecen enormes ventajas sobre la antigua red 3G/UMTS. Son varias veces más rápidas y pueden atender simultáneamente a un número mucho mayor de clientes.”

Greg McCall, director de redes de la operadora británica BT, señala que aparte de la posibilidad de reutilizar el espectro, la red 3G nacional de su firma sigue consumiendo mucha energía, aunque su uso haya caído.

Estima que “el uso de datos 3G ha caído a niveles récord y ahora supone menos del 0,6 % de todos los datos transportados por la red EE, y tan sólo el 7 % de todo el tráfico de voz”, y destaca que este último representa una disminución del 73% desde enero de 2020.

McCall añade que “a pesar de su uso decreciente, la 3G supone hasta el 35% de la energía total consumida en nuestra red móvil. Al desconectarla, ahorraremos el equivalente a la energía necesaria para cargar por completo 4.000 millones de smartphones.”

La operadora ha planeado para principios de 2024 el inicio de la desconexión en todo el país, pero está preparando una prueba piloto que se efectuará en la ciudad inglesa de Warrington durante las próximas semanas [la semana del 17 de julio] a modo de preparación.

Un portavoz de Orange ha declarado a MWL que la firma está “convencida de que no es sostenible continuar acumulando múltiples generaciones de tecnologías móviles. El apagado de las 2G/3G es un viaje de transformación, que han emprendido todas las operadoras de telecomunicaciones del mundo.”

Al igual que otras compañías, Orange señala los beneficios de la reutilización del espectro y la ineficiencia energética de la 3G.
El grupo francés añade que su plan para apagar de manera “gradual y fluida” la tecnología heredada ya está muy avanzado, y señala que la 3G es “una tecnología obsoleta, que ya no se puede utilizar para ofrecer los mejores servicios a los clientes dentro de cada categoría”.

Prevé poner fin al servicio a finales de 2023 en un primer mercado, Eslovaquia, seguido por Polonia y Bélgica. Después de dichos mercados, se espera que llevar a cabo el apagado en Luxemburgo, Rumanía y España, como muy tarde a finales de 2025.

En Francia apagará primero la 2G (a partir de 2025) y luego, a partir de 2028, la 3G, debido a que esta última dispone de una cobertura superior en el país. Según Orange, otras firmas están procediendo del mismo modo respecto al país galo.

Los teléfonos
Uno de los principales desafíos a los que se refieren las operadoras es el de garantizar que los clientes no se queden repentinamente sin servicio, sobre todo en lo referente a la voz.

En el caso del proyecto de Deutsche Telekom, Burkart explica que ha “informado repetidamente a los clientes por diversos canales y les ha facilitado el cambio a nuevos dispositivos mediante buenas ofertas”, y añade que al apagarse la 3G los usuarios alemanes que usaban teléfonos antiguos pudieron recurrir a la amplia cobertura de la 2G, si bien se recomendó el uso de dispositivos VoLTE para un mejor servicio.

McCall añade que, de todos modos, muchos de los usuarios del servicio EE de BT han ido abandonando “espontáneamente” los teléfonos 3G, pero explica que antes de la realización de la prueba de Warrington el personal de su firma ha estado “llamando con anticipación a todos los clientes afectados para informarlos sobre la ayuda a la que pueden acceder. Lo importante es que los clientes no queden desconectados, aunque no se pasen todavía a 4G o 5G”. El directivo apunta a que la 2G seguirá estando disponible para voz y SMS.
Explica que la firma “dispone con este fin de una amplia gama de teléfonos 4G para poder satisfacer las necesidades y presupuestos de todos los clientes, y ofrece evaluaciones gratuitas de dispositivos a cualquiera que esté interesado en saber si necesita actualizar su teléfono”.

Además de garantizar el apoyo a los clientes vulnerables, McCall señala que también se debe tener en cuenta la responsabilidad de terceros que venden productos en los que se utiliza tecnología 3G obsoleta, como por ejemplo alarmas de teleasistencia.

Ha destacado que es importante que sean “conscientes de cómo y cuándo evolucionan las redes móviles del Reino Unido. Si bien no disponemos de un contrato para suministrar conectividad de red a dichos dispositivos, brindaremos con mucho gusto apoyo y orientación para la transición a las redes móviles modernas.”

Orange señala que uno de los retos iniciales fue la transición a VoLTE, con la que se quería evitar la congestión de la red 2G tras el apagado de la 3G.

Con dicho fin lleva a cabo “campañas de comunicación segmentadas”, en la que publicita las ventajas de la eliminación de la tecnología antigua y de la desaparición de terminales no VoLTE de sus tiendas.

“En los países donde tenemos clientes mayoristas o acuerdos para compartir redes, podríamos hallar complicaciones adicionales, porque nuestros socios también tienen que anticipar la desconexión, y esta podría condicionar la ingeniería de redes, por ejemplo.”

“De todos modos, las operadoras de redes móviles siguen hojas de ruta muy parecidas en la mayoría de países, así que se trata más que nada de una cuestión de coordinación.”

Internet de las Cosas
Si bien la comunicación a los clientes del segmento de consumo es lo que ha suscitado mayor interés en los procesos de apagado, los dispositivos de Internet de las Cosas pueden tener una vida útil mucho más prolongada que los smartphones y, como resultado, los usuarios de dichos dispositivos pueden resultar más vulnerables al finalizar la vida útil de la red.

Martin Whitlock, director de Tecnología de Telenor Connexion, especialista en Internet de las Cosas, destaca que la extinción de la 2G planteará un problema mayor que la 3G en el ámbito industrial.
Señala que “la 2G tiene una mayor antigüedad y, por ello, existe un número mayor de instalaciones en el mercado que utilizan dicha tecnología”.

“Además, se ha preferido la 2G en muchas aplicaciones en las que los costes son relevantes, porque los módulos son más baratos y el rendimiento de la 2G es suficiente en la mayoría de las aplicaciones creadas para enviar pequeños volúmenes de datos.”

El directivo explica que que “durante la fase actual, en la que una parte de la 3G se está apagando, pero otras redes 3G continúan en funcionamiento, es posible que las aplicaciones de Internet de las Cosas tengan que recurrir a múltiples tipos de redes para disponer de una cobertura suficiente a nivel mundial. Eso podría incrementar la complejidad y/o los costes en comparación con el uso de un solo tipo de hardware.”

Añade que, incluso en los despliegues por etapas de cambios de generación de red, dicho proceso “implicará nuevo software y hardware, y puede exigir un período de inactividad”, y afirma que “una planificación cuidadosa es crucial para minimizar el impacto en los clientes y el servicio, así como la reputación comercial”.

Desde una perspectiva empresarial, pide a las operadoras que “anuncien con mucha anticipación al mercado los planes de desconexión, para que las empresas dispongan de tiempo suficiente para trazar planes”, y advierte que “algunas operadoras han procedido de manera más adecuada que otras con los avisos”. Whitlock entiende que un período de preaviso de entre dos y cinco años “es lo que cabe esperar”.

Si bien el apagado de la 3G es indudablemente necesaria, todas las operadoras consultadas por MWL han destacado que dicha tecnología inauguró la era de los datos móviles. Pero, en palabras de McCall, “ahora ya no hay nada que la 3G pueda hacer mejor que la 4G o la 5G, por lo que ha llegado el momento de efectuar un desmantelamiento responsable de dicha red”.