GSMA Intelligence ha publicado hace poco sus previsiones más recientes sobre el mercado mundial de banda ancha fija y televisión de pago. El pronóstico abarca el período 2020-2025 y ofrece información sobre el estado actual del mercado.

¿La buena noticia? En muchos de los mercados desarrollados, la banda ancha fija ya ha llegado al 85-90% de los hogares (véase el gráfico siguiente, haga clic para ampliarlo).

¿La mala? En muchos países desarrollados aún hay una proporción significativa de hogares que no tienen acceso a la banda ancha fija, o reciben velocidades de Internet considerablemente más lentas que las previstas en los objetivos de ámbito nacional.

Por ello, debemos preguntarnos por los procedimientos más oportunos para proporcionar una banda ancha fija universal que sea asequible, rápida, fiable y, sobre todo, que esté disponible en las regiones más apartadas del país en cuestión.

En teoría, la inexistencia de entorno competitivo en dichas zonas limita mucho la actuación gubernamental. Pero ahora, en el contexto de una pandemia mundial, todos los gobiernos comprenden que es más importante que nunca disponer de conexiones de banda ancha fiables, porque permiten el trabajo telemático, la escolarización a distancia, la asistencia médica virtual y el funcionamiento continuado de servicios públicos clave, aparte de que ayudan a las personas a mantenerse en contacto con amigos y familiares, comprar por internet y entretenerse.

Sin duda, los gobiernos estudian dichas cuestiones. Pero no todos siguen las mismas estrategias para afrontar el reto de los hogares y comunidades desatendidos y sin servicios. Veamos algunos ejemplos recientes:

  • Reino Unido. Un informe presentado por Ofcom en junio de 2020 reveló que más de 600.000 hogares y empresas del país aún no disponían de un servicio de banda ancha fija decente. ¿La solución? El gobierno ha anunciado una subvención sin precedentes de 5.000 millones de libras esterlinas (casi 5.800 millones de euros) para apoyar el despliegue de la banda ancha de un gigabit en las zonas menos accesibles del país. Se priorizarán los edificios sin acceso a banda ancha superrápida. En una reciente revisión del gasto, el gobierno detalló la entrega de una primera suma de 1.200 millones de libras esterlinas (unos 1.400 millones de euros) a la industria entre 2021 y 2025 a fin de ampliar la cobertura de banda ancha.
  • Estados Unidos. En mayo de 2020, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), el organismo regulador estadounidense, informó de que 18,3 millones de personas no disponían de acceso a la banda ancha. Casi 6 millones de hogares y empresas carecían de dicho servicio. El organismo regulador ha desplegado su RDOF (siglas inglesas de Fondo para Oportunidades Digitales Rurales), que ofrecerá 20.000 millones de dólares (casi 16.500 millones de euros) a lo largo de diez años para que los proveedores y sus socios fabricantes desarrollen y pongan en marcha servicios de banda ancha más rápidos en zonas rurales, o donde no llegue la banda ancha ya existente. En diciembre de 2020 se habían destinado 9.200 millones de dólares (más de 7.500 millones de euros) a proporcionar servicio de Internet de banda ancha de alta velocidad a 5,22 millones de hogares y empresas sin servicio, y promover el acceso a este en zonas rurales. La FCC ha señalado que los 6.800 millones de dólares (unos 5.600 millones de euros) de financiación que aún no se han adjudicado se transferirán a un futuro programa de subvenciones, que podría invertir hasta 11.200 millones de dólares (unos 9.200 millones de euros) en regiones donde el servicio solo es parcial, o no existe en absoluto.
  • Alemania. En noviembre de 2020, la Comisión Europea aprobó un plan alemán de 6.000 millones de euros (ampliable hasta 12.000 millones) para apoyar el despliegue de redes de banda ancha de gran capacidad que ofrezcan velocidades de gigabits. La infraestructura está destinada a abastecer a los clientes que aún no tienen acceso a velocidades de por lo menos 100 Mb/s. En una segunda etapa que empezará en 2023, también se apoyará el despliegue de infraestructuras de gigabits en los hogares que ya disponen de acceso a velocidades de 100 Mb/s, pero no a una red que ya proporcione velocidades muy altas de hasta un gigabit.Si bien estos ejemplos son elocuentes, no son los únicos. Canadá, Francia y España, entre otros, también han destinado fondos para ampliar la banda ancha de alta velocidad y prestar servicios en zonas difíciles. Es estupendo que los gobiernos adopten medidas para estimular la inversión en infraestructuras de media y última milla, y cerrar las brechas de adopción. Pero ¿la asignación de fondos garantiza el éxito de los programas?

Por supuesto que no. Hay ciertos factores clave que desempeñan un papel crucial en dicho éxito.

Colaborar con las partes interesadas locales para crear unas políticas marco
Los organismos reguladores deberían celebrar consultas con los gobiernos estatales, los proveedores e incluso las comunidades a fin de elaborar consensos sobre los objetivos específicos del acceso a la banda ancha, establecer plazos para alcanzarlos y crear programas a tal efecto. Dichos programas deberían aclarar cuestiones tales como, por ejemplo, qué entidades pueden proporcionar banda ancha y acceso a la infraestructura, cuál será el umbral de inversión requerido y cuáles serán los derechos de paso necesarios para desplegar la infraestructura de banda ancha. Uno de los programas, el de banda ancha USO, lanzado en marzo de 2020 por Ofcom en el Reino Unido, otorga derecho legal a solicitar una conexión de banda ancha decente y asequible a BT. También especifica que el desembolso máximo para proporcionar conexión en el marco del programa no puede superar las 3.400 libras esterlinas (unos 3.934 euros), a menos que el usuario final pague el exceso de costes sobre dicha cantidad. Aclara a las partes interesadas a quién deben dirigirse y qué pueden esperar si quieren solucionar la falta de conectividad de banda ancha fija en sus respectivas jurisdicciones. Sin embargo, este marco no se adaptaría a todos los lugares y, por ello, cada país debe preparar su propia hoja de ruta y su propio marco para abordar sus retos particulares.

Sopesar ventajas e inconvenientes: velocidad, cobertura y coste
No existe una única tecnología de banda ancha que sea la más adecuada para atender a las zonas de difícil acceso. Cada país debe evaluar las diferentes tecnologías en función de varios criterios, como por ejemplo los económicos, los objetivos nacionales de velocidad de banda ancha y las características geográficas. Así, los datos de GSMA Intelligence indican que el 54% de los hogares alemanes siguen accediendo a banda ancha fija a través de xDSL, lo que significa que la mitad de los accesos del país disponen de una velocidad media inferior a 100 Mbps. Esto significa que la FTTH, a pesar de requerir mucha mano de obra y capital, podría ser la tecnología preferida por el mercado, ya que la fibra tiene garantía de futuro y sirve tanto a clientes residenciales como a empresas. Por el contrario, Estados Unidos, debido a su enorme extensión territorial, ha decidido invertir en tecnología inalámbrica fija y por satélite, y ha asignado 1.300 millones de dólares (unos 1.070 millones de euros) a LTD Broadband, y 885 millones de dólares (unos 728 millones de euros) a Starlink para que ofrezcan servicio a hogares y empresas rurales. Ambas tecnologías tienen un rendimiento limitado, pero su cobertura omnipresente es muy prometedora. De ahí que cada país tenga que ofrecer opciones condicionales y enunciarlas claramente a todas las partes interesadas.

Abordar la cuestión de la financiación
El análisis de GSMA Intelligence apunta que la conexión del último 10% de los hogares de un país comporta costes por hogar que pueden ser entre cinco y diez veces más caros que los despliegues iniciales. Por ejemplo, llevar la fibra a un edificio urbano en Estados Unidos cuesta una media de 400 dólares (unos 330 euros), pero más de 2.000 dólares (unos 1.600 euros) en las zonas rurales. En Alemania, el coste por edificio rural supera la media de 3.000 dólares (unos 2.500 euros), mientras que en Canadá es de 1.500 dólares (unos 1.200 euros). Dar servicio a las comunidades que no tienen Internet exigirá fuertes sumas y ayudas gubernamentales. Una estimación efectuada por la FCC en 2017 indica que llevar FTTP y/o cable de 25 Mbps al 100% de las ubicaciones costaría 80.000 millones de dólares (unos 65.800 millones de euros), por lo que el programa RDOF de 20.000 millones de dólares (unos 16.500 millones de euros) cubre tan solo un 25% de la inversión necesaria. A fin de complementar la financiación, los responsables políticos deben ser flexibles e innovadores en su planteamiento, y pensar en qué casos el gobierno debe ser propietario de la infraestructura y en qué casos actuará como socio de un proveedor de servicios de Internet, o creará capacidad tan solo bajo demanda.

Las subvenciones son una herramienta importante para proporcionar conectividad de última milla allí donde el mercado no la ofrece. Pero los responsables políticos, agentes industriales, gobiernos locales, sociedad civil y otras partes interesadas podrán hacer frente a todos los obstáculos tan solo si disponen de una visión estratégica clara, un enfoque conjunto y un procedimiento de aplicación coherente.

– Ashish Singhla – jefe de equipo, GSMA Intelligence

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