Parece que Google podrá llevar a buen término la controvertida compra de Fitbit por 2.100 millones de dólares (más de 1.700 millones de euros). Aun así, los organismos reguladores de Estados Unidos y Australia, que aún están estudiando la transacción, podrían plantearle nuevos problemas.

Rick Osterloh, vicepresidente sénior de Dispositivos y Servicios de Google, afirma en su blog que está “seguro” de que dicha medida “impulsará una mayor competencia en el sector de ponibles y hará que la siguiente generación de dispositivos sea mejor y más asequible”.

El directivo señala que la empresa ha aplicado salvaguardias para proteger la privacidad del consumidor y preservar la competencia, y señala que su firma se ha comprometido ante la Comisión Europea a no usar los datos de los usuarios de Fitbit en su negocio publicitario y a mantener abierto a sus rivales el acceso a las interfaces de programación de aplicaciones.

Osterloh añade que Google “seguirá colaborando con los organismos reguladores de todo el mundo para que tengan la seguridad de que cumplimos nuestros compromisos”.

En diciembre de 2020, la Comisión de Competencia y Consumidores australiana rechazó una propuesta con la que Google quería aplacar sus temores en materia de competencia. La Comisión se comprometió a seguir investigando y adoptar una decisión antes del 25 de marzo.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos, que demandó a Google en octubre de 2020 por presuntas prácticas monopolísticas en búsquedas y publicidad, tampoco ha emitido aún un fallo.