Una vez más, Google sufre presiones a causa de Dragonfly, una aplicación de búsqueda móvil censurada para el mercado chino. Amnesty International y la plantilla de la propia empresa temen que dicha aplicación favorezca el control estatal sobre las personas y menoscabe los derechos humanos.

Empleados de Google declaran en una carta abierta que Dragonfly “permitirá la censura y la desinformación promovidas desde instancias gubernamentales, y desestabilizará la verdad fundamental sobre la que se sustentan la deliberación y el disenso”. Afirman que, si bien varias organizaciones piden a Google que cancele el proyecto, la respuesta de la dirección de la empresa “ha sido insatisfactoria”.

Según la misma carta, Google actuó bien en 2010, al pronunciarse contra la censura de los resultados de búsquedas en China. Con todo, entienden que la firma ha defraudado a sus trabajadores con su plan Dragonfly y su colaboración en un programa del Pentágono encaminado a la creación de tecnología que podría usarse para mejorar la puntería en los ataques con drones.

La plantilla ha escrito que brinda su apoyo a “Amnistía Internacional en la exigencia de que Google cancele Dragonfly. También exigimos que los directivos de la firma se comprometan con la transparencia, la claridad en las comunicaciones y la asunción real de responsabilidades. Google es demasiado poderosa como para que no asuma sus responsabilidades. Tenemos derecho a saber qué estamos construyendo y a hacer oír nuestra voz en lo que respecta a las decisiones importantes.”

Bloqueo

La carta se ha hecho pública después de que se publicaran los documentos obtenidos por The Intercept –publicación digital dedicada al periodismo de investigación– en los que se detallan los planes de Google para bloquear el acceso a sitios web como Wikipedia y BBC News, entre otras cuestiones.

El intento de Google de regresar al mercado chino parece estar relacionado con su interés por conseguir datos en el país para potenciar sus propias capacidades de inteligencia artificial.

En octubre, Mike Pence, vicepresidente de los Estados Unidos, también presionó a la firma para que abandonase Dragonfly y la exhortó a pensar dos veces en el coste humano de semejante programa.

Sundar Pichai, máximo directivo de Google, ha declarado a la plantilla que la firma sigue estudiando el retorno al mercado chino mediante dicha aplicación, pero afirma que no se prevé un lanzamiento en una fecha próxima.