El mercado europeo de telefonía móvil ha concluido la fase principal de inversiones en redes 4G y las operadoras dirigen ahora su atención a la 5G. Ya se han lanzado servicios en algunos mercados, como por ejemplo Suiza, España y el Reino Unido, y se espera que se produzcan lanzamientos en nuevos mercados durante el 2020.

A pesar de todos estos pasos positivos, los analistas del sector no esperan un rápido despliegue de la 5G en Europa. Por el contrario, la mayoría entiende que los despliegues de 5G en los mercados europeos irán a la zaga de países como Estados Unidos, China, Corea del Sur y Japón. El motivo es que la prestación de servicios 5G requerirá grandes inversiones adicionales, y estas serán mucho más difíciles de justificar en los mercados europeos, que durante los últimos tiempos han generado márgenes de beneficio menores que los de otras partes del mundo.

A la vista de este clima de inversión tan limitado, ¿qué se puede hacer para que Europa no pierda el tren de la 5G?

Un factor que podría cambiar la situación es la dinámica de la competencia. Una mayor concentración de las estructuras de mercado (por ejemplo, con menos actores) podría generar economías de escala, un uso más eficiente de los activos (como por ejemplo sitios y espectro) y también permitir grandes inversiones en redes 5G. Sin embargo, la concentración en el mercado también puede suscitar el rechazo de las autoridades reguladoras y de competencia, que pueden temer un aumento en los precios para el consumidor.

Por lo tanto, es fundamental que comprendamos la relación entre la estructura del mercado y la calidad, la innovación y los precios que pueden esperar los consumidores. Existe un fuerte debate en torno a las dinámicas de competencia que ofrecerán más valor a los consumidores en la era de la 5G. Dado que los argumentos pueden ir en ambas direcciones, es importante que examinemos los datos del pasado reciente a fin de extraer enseñanzas que nos sirvan como base para las decisiones que se puedan tomar en el futuro.

¿Qué hemos aprendido de la era de la 4G?

Y eso es precisamente lo que hemos hecho. En un estudio reciente hemos evaluado el impacto de las estructuras de mercado sobre los consumidores europeos durante la era de la 4G. Hemos examinado los datos del período 2011-2018 en 29 países europeos. Hemos combinado la cobertura y otra información pública de las operadoras con los datos de medición de la calidad de las redes aportados por Ookla, líder mundial en inteligencia de redes móviles y de banda ancha, y en realización de pruebas con aplicaciones y tecnología.

¿Y qué es lo que hemos encontrado?

En general, la era de la 4G ha sido un período positivo, de expansión, para los consumidores de telefonía móvil en toda Europa. Si bien no se puede decir que el rendimiento de la telefonía móvil haya sido perfecto en todas partes, el 90% de los consumidores ya estaba cubierto por redes 4G en el año 2016. Desde entonces, las operadoras han ido incrementando las velocidades y reduciendo la latencia (demora en la señal), lo que ha permitido que en la actualidad dispongamos de un servicio muy superior. El promedio de velocidades de descarga se ha incrementado desde los 2 Mbps de 2011 hasta los 37 Mbps de 2018. El precio medio por MB también se ha reducido drásticamente, a medida que los datos móviles se han abaratado y los usuarios han consumido volúmenes cada vez mayores, y el uso medio mensual de datos se ha multiplicado por más de doce.

Pero, si bien todos los consumidores europeos han experimentado mejoras durante la era de la 4G, el estudio demuestra que en los mercados dominados por tres grandes firmas se ha dado una mayor calidad e innovación.

A finales de 2018, las velocidades de descarga en los mercados con tres grandes competidores superaban en 4,5 Mbps a los de cuatro grandes competidores, y tres cuartas partes de dicha diferencia (unos 3,5 Mbps) pueden atribuirse a la estructura de mercado. Más en concreto, las operadoras presentes en mercados con mayor concentración pudieron usar los activos (especialmente el espectro) de manera más eficiente y generar mayores rendimientos que les permitieron efectuar mayores inversiones en sus redes. Es un dato que debemos tener en cuenta cuando estudiemos las mejores maneras de explotar todo el potencial de las redes 5G, incluidas las aplicaciones avanzadas que requieren demoras muy reducidas en la señal, altas velocidades y una gran capacidad en la red.

Hasta ahora hemos visto resultados positivos. Pero podemos preguntarnos si se alcanzaron a costa de unos precios más elevados.

Según el análisis de precios que hemos efectuado, no fue así. Durante la era de la 4G, Europa no asistió tan solo a una mejora general de las prestaciones, sino también a una reducción de los precios, lo que implica que se fue logrando una mayor eficiencia y se ofreció más valor a los consumidores. Los precios por unidad implícita (esto es, ingresos por MB y por usuario) disminuyeron de manera similar en los mercados dominados por tres o por cuatro grandes firmas.

Dicho con otras palabras, los consumidores europeos de la era de la 4G que se hallaban en mercados dominados por tres grandes firmas podían acceder, en general, a un servicio móvil de banda ancha de mayor calidad, y pagaban un precio por MB de datos similar a los que se hallaban en un mercado dominado por cuatro grandes empresas.

Lecciones para la 5G

Entonces ¿debemos entender que una mayor concentración de los mercados europeos es la única solución que nos permitirá efectuar inversiones adecuadas para la 5G? No necesariamente.

Una opción que a menudo se presenta como alternativa a la plena concentración es el fomento de las redes compartidas. Nuestro análisis demuestra que en la era de la 4G las redes integradas en niveles más profundos ofrecían un mejor rendimiento, aunque quedaran por debajo de la plena integración en términos de calidad de la red. Así pues, el uso compartido de redes también podría contribuir a promover despliegues más rápidos de redes 5G de alto rendimiento en Europa durante los próximos años.

En último término, debemos analizar cada uno de los casos y países de acuerdo con sus propias posibilidades y su situación. Lo que funciona en un país no funciona necesariamente en otro, y los incentivos que actúan sobre las operadoras, así como las actitudes del consumidor frente a los productos y servicios, variarán entre mercados.

Pero la era de la 4G nos ha dejado una lección clave que sí se aplica por igual a todos los países: si se quiere fomentar la creación de redes de alto rendimiento para la 5G, los responsables políticos deberán tener en cuenta el bienestar del consumidor en todos sus aspectos al evaluar las ventajas relativas de unos mercados más concentrados de cara al control de las fusiones, el establecimiento de políticas antimonopolio y la gestión del espectro.

– Pau Castells, director de análisis económico de GSMA Intelligence

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