El sector empresarial será el principal impulsor de los futuros despliegues de Internet de las Cosas. Hemos pronosticado que en 2025 habrá un total de 25.000 millones de conexiones de Internet de las Cosas y que más de la mitad corresponderán al sector empresarial/industrial.

Esas son nuestras previsiones. Y esa es la cuestión que se plantea cada vez con mayor frecuencia en conversaciones con las partes interesadas en el ecosistema de Internet de las Cosas. Con todo, lo más importante no son nuestras predicciones, sino los datos recientes que parecen confirmarlas.

A decir verdad, no todos los implicados en el mercado de Internet de las Cosas estarían de acuerdo en que las empresas tengan un papel preponderante. Pero las firmas se esfuerzan por digitalizar sus operaciones y la consecuencia lógica es que hagan escalar dicho mercado… y nuestro estudio sobre Enterprise IoT (Internet de las Cosas Empresarial) confirma que es precisamente eso lo que está ocurriendo. El interés de las empresas por la Internet de las Cosas es enorme: el 65% ya ha instalado soluciones. Y muchas de ellas son muy pequeñas, aunque sean las grandes las que suscitan mayor atención. Dado que la mayoría de las empresas son pequeñas y medianas (las que emplean a menos de 250 trabajadores y son la gran mayoría, casi el 95% según la OCDE), nuestro estudio ha tenido en cuenta firmas con un mínimo de 20 trabajadores. Y está claro que la demanda de Internet de las Cosas es casi universal.

Vamos a echar una ojeada al estudio.

Queríamos comprender los qués, porqués y cómos que promueven la adopción de Internet de las Cosas por parte de las empresas. Con dicho fin, hemos encuestado a responsables de Internet de las Cosas en ocho industrias verticales y 14 países sobre todo lo que tiene que ver con Internet de las Cosas, sobre sus planes y calendarios para la implantación de Internet de las Cosas, la escala de sus proyectos de Internet de las Cosas, la tecnología y los fabricantes que han elegido, las razones que han guiado su inversión en Internet de las Cosas, retos clave y beneficios, criterios con los que miden el éxito de Internet de las Cosas. Además, también les hemos preguntado por el análisis de datos, la seguridad y otros componentes de Internet de las Cosas, y como resultado hemos recibido muchos datos. Y voy a emprender con entusiasmo la interpretación de esos datos. Pero ¿por dónde empezar?

Es una buena pregunta. La respuesta fácil consistiría en echar una ojeada a los primeros análisis de la encuesta, que acabamos de publicar (¿Internet de las Cosas en el negocio? La voz de las empresas sobre la decisión de adoptarla) y estudiar los factores que han favorecido la implantación de Internet de las Cosas, sus retos y los criterios para medir su éxito.

Sin embargo, sería mejor examinar las conclusiones e implicaciones a largo plazo para este mercado que se desarrolla con rapidez. Así, por ejemplo:

Lo pequeño es grande. La mayoría de las implantaciones actuales de Internet de las Cosas son pequeñas. Aunque Internet de las Cosas ya esté dejando atrás los ensayos y pruebas de concepto, el tamaño actual de los despliegues parece propio de una fase de pruebas. Uno de los motivos de la pequeña escala es simplemente que las empresas más pequeñas tienden a instalar menos dispositivos.

Vemos que la tecnología escala a medida que el mercado global madura y emergen nuevas capacidades. Pensemos en la organización del comercio minorista, que en la actualidad instala máquinas conectadas en los puntos de venta, añade unas pocas cámaras de seguridad, gestión de flotas de vehículos para las furgonetas, detección de humo, etc… Si miramos al futuro, todos estos dispositivos podrían complementarse con la automatización de las cajas de cobro, balizas, gestión de inventarios e incluso robots. Cuantos más datos se generan, recopilan y analizan, la aplicación de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático conducirá a su vez a nuevos casos de uso y beneficios. Y, por supuesto, a un número todavía mayor de dispositivos conectados.

La productividad por encima de todo. Menos de la cuarta parte (un 22%) de las empresas apunta a que uno de los obstáculos para el despliegue de soluciones de Internet de las Cosas es la incertidumbre de los beneficios. Y esta afecta por igual a las pequeñas y medianas empresas y a las grandes. A primera vista, esto podría sorprender, porque se trata de un sector emergente y son muchas las personas que tienen la mirada puesta en el rendimiento de la inversión. Los resultados apuntan a que las implantaciones de Internet de las Cosas buscan el beneficio inmediato y casos de uso específicos.

Así, por ejemplo, la fábrica Panda Nanjing de Ericsson (la mayor planta industrial de dicha firma para la fabricación de productos de radio) ha desplegado Internet de las Cosas para automatizar la producción y ha ahorrado dinero gracias a una mayor eficiencia, una reducción de los costes de mantenimiento y una mayor flexibilidad en el diseño de la línea de productos. El rendimiento de la inversión durante el primer año ha sido de un 50% y se espera llegar al umbral de rentabilidad en menos de dos años. Dicha circunstancia se refleja en los resultados de nuestro estudio: el incremento de la productividad es uno de los factores que impulsan la adopción de Internet de las Cosas y el éxito se mide en términos de eficiencia en la reducción de costes y en los procesos. Además, Internet de las Cosas crea oportunidades adicionales para las empresas, como por ejemplo la posibilidad de personalizar los productos y servicios, obtener más información y mejorar los procesos empresariales, entre muchos otros.

La semana pasada moderé una mesa redonda en Smart IoT London. Su tema era el rendimiento de las inversiones en Internet de las Cosas. Si queremos valorar la dirección que seguirán las empresas en el futuro, deberíamos tener en cuenta un abanico de implicaciones más amplio. Tanto si lo llamamos transformación digital como Cuarta Revolución Industrial, es evidente que el ADN y la misma naturaleza de las empresas están experimentando una gran transformación (por ejemplo, están dejando de centrarse en los productos para pasar a los servicios), lo que a su vez exigirá un cambio tanto cultural como de organización. Las firmas más pequeñas podrían tardar más en emprenderlo. Sin embargo, la mesa redonda llegó a un claro consenso en que el rendimiento de las inversiones en proyectos de Internet de las Cosas con mayor capacidad transformadora será más difícil de medir, pero su impacto global será también mayor.

Se mantienen los retos en torno a la integración, la seguridad y los costes

Todas las firmas, con independencia de sus dimensiones, los perciben. A menudo, la falta de capacitación en el seno de la empresa exacerba los problemas habituales de integración, mantenimiento y seguridad, y la firma también se resiente de los costes extra derivados de todo ello.

¿Y qué se puede hacer para evitarlo? En el MWC19 celebrado este año en Barcelona hemos visto el tema de “simplificar las implantaciones”, al tiempo que emergen alianzas entre las distintas entidades implicadas, con el objetivo de resolver los problemas de integración y seguridad.

Uno de los principales desafíos a los que se enfrentan las grandes firmas –operadoras de telefonía móvil incluidas– es atender a las necesidades de la pequeña empresa. Se ven obligadas a transformar sus capacidades, elementos y relaciones. Por desgracia, no existe una receta que garantice el éxito. Solo podrán satisfacer las necesidades de las pequeñas firmas si son habilidosas en la creación de asociaciones dentro de un ecosistema que emerge y se desarrolla con rapidez.

– Sylwia Kechiche, analista principal, GSMA Intelligence

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