El principal mercado de WhatsApp es India, con 200 millones de usuarios. Pero durante los últimos tiempos la firma se ha visto enredada en una controversia en dicho país.

Al parecer, una docena de personas han muerto entre mayo y julio a manos de turbas engañadas por noticias falsas sobre tráfico de órganos y de niños que circulan mediante dicha aplicación.

También se ha informado de que nacionalistas hindúes utilizan plataformas de ese tipo para difundir propaganda incendiaria.

¿Cómo reacciona WhatsApp?

WhatsApp trata de hacer frente al problema. En julio anunció su intención de limitar en todo el mundo el número de grupos a los que se puede reenviar un mensaje, con restricciones especiales en India, donde ha eliminado un botón de reenvío rápido.

Como era de esperar, el gobierno indio considera que dicha medida es insuficiente. Ravi Shankar Prasad, ministro de Tecnologías de la Información, se ha referido a la práctica de compartir información con Facebook para utilizarla en la difusión de publicidad, y observa que si WhatsApp puede compartir tales detalles también debería ser capaz de detectar “mensajes explosivos que transmiten rumores” y eliminarlos.

Prasad no está solo en esta cuestión. Los gobiernos del Reino Unido y Brasil también han reclamado a WhatsApp que les facilite el acceso a mensajes relacionados con casos delictivos.

Recordemos que una aplicación competidora, Telegram, también se halla asediada por tratarse de un medio con el que los terroristas pueden comunicarse fácilmente. Vox ha afirmado que se trata de la “aplicación favorita” de Estado Islámico.

WhatsApp ha afirmado una y otra vez que no puede acceder al contenido de los mensajes. Al fin y al cabo, se supone que el cifrado integral (introducido en 2016) sirve precisamente para eso.

Derek Roga, cofundador y consejero delegado de Equiis, una firma proveedora de equipamiento seguro para comunicaciones móviles, ha declarado a Mobile World Live (MWL) que considera fiable el informe sobre cifrado que WhatsApp publicó en 2017, en el que la firma demuestra que efectivamente carece de acceso a los mensajes.

En realidad, utiliza metadatos (una serie de datos que describen otros datos y proporcionan información sobre ellos) y ejecuta algoritmos e hipótesis a partir de estos para orientar la difusión de publicidad.

¿Se acerca el fin del cifrado integral?
¿Debemos entender que en algunos casos la solución podría consistir en liquidar el cifrado? Según parece, los expertos están de acuerdo en que no.

Thomas Reed, director de Mac y móviles en la firma Malwarebytes, especializada en combatir el software malicioso, ha declarado a MWL que “los expertos en seguridad y defensores de la privacidad están de acuerdo en que los ataques contra el cifrado son un error. Todos los días efectuamos importantes transacciones que hay que proteger contra posibles intromisiones, como por ejemplo transacciones financieras, comunicaciones internas en las empresas, coordinación de los cuerpos de seguridad, etc.”

Carl Woog, portavoz de WhatsApp, se ha expresado en la misma línea al declarar a CNN que “la gente confía en WhatsApp para todo tipo de conversaciones delicadas, como por ejemplo las que pueden tener con el médico, con su banco o con su familia”.

Reed también ha argumentado que los periodistas y sus fuentes necesitan canales de comunicación fiables, en ocasiones para proteger sus propias vidas. Sin dichos canales “no podrían sacar a la luz información comprometedora. Esto es especialmente cierto en países donde las violaciones de los derechos humanos son habituales y las personas que informan a los periodistas podrían morir si se las descubre.”

Explica que “en último término, los problemas específicos del cifrado integral, como por ejemplo la necesidad de los cuerpos de seguridad de monitorizar las comunicaciones de los sospechosos, no podrían resolverse sin que el medio de comunicación en su conjunto deje de funcionar”.

Añade que el problema de India no es específico de WhatsApp, ni del cifrado, sino de las redes sociales en general. “Podría utilizarse cualquier otra red social para difundir rumores incendiarios.”

Por otra parte, Roga argumenta que actualmente, desde que Edward Snowden reveló la existencia de programas de vigilancia de alcance mundial, “los individuos piensan, con razón, que no se está respetando su derecho a la privacidad, y que el cifrado ayuda a protegerlo”.

De todas maneras, es un argumento discutible, puesto que WhatsApp ha afirmado que no llevará a cabo un rastreo de mensajes individuales. Según Woog, tal práctica “socavaría el cifrado integral y la naturaleza privada de WhatsApp, y allanaría el camino a graves abusos”.

¿Qué se puede hacer?
Roga añade que no es fácil hacer coincidir los intereses de consumidores y gobiernos, y tampoco eliminar por completo el problema. Con todo, sí existen posibilidades de atenuarlo.

Para empezar, WhatsApp debería contar con un medio para que los usuarios informen sobre los mensajes que consideran peligrosos, o sobre las noticias falsas, porque no todo el mundo se las cree. Otra solución podría pasar por etiquetar los mensajes y usar chatbots e inteligencia artificial para monitorizar los chats.

Roga explica que “la mayoría de las aplicaciones generan metadatos y existen procedimientos para integrarlos en algún tipo de actividad de monitorización, tal vez mediante un algoritmo que genere alertas” cuando detecte mensajes falsos o peligrosos.

Roga entiende que los propios usuarios tendrían que denunciar mensajes y se ha hablado de fomentar la concienciación al respecto. WhatsApp lo sabe y está trabajando en una campaña de publicidad por radio para ayudar a los usuarios a detectar la información falsa y sensibilizarles sobre el problema de la difusión de noticias falsas en India.

Para contribuir a dicho esfuerzo, WhatsApp ha cerrado un acuerdo de asociación con la Digital Empowerment Foundation y parece avanzar por el buen camino. Pero dadas las circunstancias, está claro que tendrá que tendrá que hacer mucho más.