La Comisión Europea (CE) lleva más de una década exhortando a los fabricantes de smartphones a adoptar un puerto de carga común en sus dispositivos. Su paciencia se ha agotado y la institución considera necesario plantear normas más estrictas.

Pero ¿son necesarias dichas medidas? ¿Qué efectos van a tener?

Antes que nada, recordemos la situación en 2009. Por aquel entonces la armonización era necesaria. El Parlamento Europeo aseguraba que había 30 puertos diferentes, frente a los tres de hoy en día: micro-USB, USB-C y el conector Lightning de Apple.

En aquella época muchos de los principales fabricantes de teléfonos móviles, entre los que se hallaban Nokia, Motorola y Apple, se avinieron a firmar un memorando de entendimiento que preveía el uso de cargadores micro-USB.

Con todo, Apple aprovechó una laguna jurídica para crear y vender adaptadores micro-USB y sustituyó el conector dock de 30 patillas por el conector Lightning del iPhone 5 y los modelos posteriores.

En enero, mientras se esbozaba la más reciente resolución para imponer normas comunes a los cargadores, Maros Sefcovic, vicepresidente de Relaciones Interinstitucionales y Previsión de la CE, señaló en una declaración ante el Parlamento Europeo que los intentos por conseguir que los fabricantes se ajusten por voluntad propia (a fin de no entorpecer la innovación) a un sistema de carga universal han sido eficaces para reducir el número de soluciones de carga.

Pero afirmó, sin citar a Apple, que ahora se precisan medidas vinculantes, porque los objetivos de reducción de residuos electrónicos y de comodidad para el consumidor no se han alcanzado a través de las medidas de cumplimiento voluntario.

En una declaración que siguió al discurso de Sefcovic, varios eurodiputados esbozaron una petición para que la Comisión adopte medidas reglamentarias vinculantes, o presente una medida legislativa para la adopción de un estándar de cargador común en julio.

La razón principal por la que la CE presiona por un cargador común es el objetivo de reducción de residuos electrónicos. Las cifras presentadas por la Unión Europea muestran que los estados miembros produjeron 12,3 millones de toneladas métricas de tales desechos en 2016, lo que equivale a 16,6 kg por persona.

Además del cargador común, los eurodiputados exigen que los fabricantes dejen de incluir cargadores con los dispositivos, para que el consumidor pueda seguir utilizando los que ya tenía cuando adquiera un nuevo aparato, siempre con el objetivo de reducir los residuos. Señalan que dicha medida también podría “evitar precios potencialmente más elevados”.

La resolución fue aprobada por una mayoría de 582 votos contra 40.

Oposición fructífera

Marta Pinto, directora de investigación sobre dispositivos móviles de IDC en Europa, ha afirmado en una entrevista con Mobile World Live que “la nueva regulación perjudica a Apple, pero no desafía directamente a la marca. La idea que sustenta la armonización de los puertos de carga es facilitarles la vida a los consumidores, pero no perjudicar a marcas particulares.”

Poco después del discurso de Sefcovic en el parlamento, Apple indicó a BBC News que lleva despachados 1.000 millones de dispositivos y 500.000 accesorios compatibles con su puerto y cable Lightning, y que la medida propuesta los mandaría a todos al vertedero.

Pinto explica que “durante los primeros días de vigencia, es probable que los residuos electrónicos crezcan, porque algunos consumidores tendrán que cambiar de cable, o adquirir nuevos adaptadores, si compran nuevos dispositivos. La medida necesitará algún tiempo para ejercer un impacto real sobre [el] medio ambiente, porque las tasas de sustitución disminuyen y los consumidores no cambian de dispositivo con tanta frecuencia.”

Marina Koytcheva, vicepresidenta de Previsiones de CCS Insight, explica que “la venta de un volumen menor de cables es solo un pequeño paso que la industria tendrá que dar en el largo camino hacia la sostenibilidad ambiental”.

Añade que los ciudadanos de la Unión Europea “se están ahogando en un mar de cables” y que la medida permitirá un ahorro en residuos gracias a la reducción del volumen de embalajes, generará ahorro en el transporte y “reducirá los precios que los consumidores pagan por los teléfonos”. Ha señalado, sin embargo, que el ahorro será más significativo para los consumidores que compren dispositivos de gama baja.

Pinto manifiesta su desacuerdo y afirma que no son los cables los que hacen subir el precio de los dispositivos móviles, sino componentes internos de gran complejidad que requieren “mucha investigación y desarrollo, que repercute en el precio del dispositivo”.

Innovación

Ben Wood, director de Investigación de CCS Insight, afirma que por ahora no sabemos si la resolución estrangulará la innovación en smartphones. Pero añade que los fabricantes “sin duda, pueden innovar con mayor rapidez si usan un puerto / conector propio”.

También señala que Apple será la más afectada por las nuevas regulaciones si se ve obligada a adoptar el cable USB-C en el iPhone. Sin embargo, la firma “es lo bastante grande como para poder influir con fuerza en los estándares de USB-C”.

Pinto considera que, en efecto, la resolución restringirá las innovaciones en cables para recarga, pero “suscitará innovación en el resto de sectores relacionados con la energía, como los cargadores inalámbricos en forma de bases, integrados en muebles o en otros tipos de soportes”. Podría acelerar “las soluciones de carga inalámbrica y llevar a que se prescinda de los cables”.

Con todo, avisa de que “los debates en torno a un estándar común para carga inalámbrica se agudizarán en cuanto las marcas desplieguen sus propias soluciones, a fin de sortear la legislación que impone el cable único”.

El tiempo lo dirá

La CE parece resuelta a impulsar la nueva legislación, que podría dificultarle a Apple el tradicional lanzamiento en setiembre de nuevos modelos de iPhone en uno de sus mercados mundiales más lucrativos.

Sea como fuere, cabe esperar que el verdadero ganador del debate en torno al cargador universal sean los consumidores.

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