Estamos en el año 2019 y por fin ha llegado la 5G. Pero ¿ha llegado de verdad?

En el MWC19 Barcelona se anunciaron tantas novedades en torno a la 5G que parecía que dicha tecnología ya estuviera entre nosotros, o por lo menos que su llegada fuera inminente. Y de hecho ya contamos con dos países donde se han llevado a cabo lanzamientos comerciales de 5G enfocados al consumidor: los EEUU y Corea del Sur. Por supuesto que en ambos casos los lanzamientos están limitados en términos de cobertura y de número de servicios compatibles. Y como dichos servicios se dirigen al mercado de masas del consumo, los beneficios que la 5G aportará a las empresas todavía están por ver.

A medida que transcurra 2019 (y luego 2020), crecerá el número de dispositivos 5G y un número cada vez mayor de operadoras formulará planes para desplegar dicha tecnología.

China Mobile lanzará la 5G en el segundo semestre de 2019, mientras que China Telecom y China Unicom lo harán en 2020. Las operadoras japonesas también lanzarán la 5G en 2020. Un caso destacado es el de la nueva operadora Rakuten, que sin duda perturbará el equilibrio de fuerzas actual en el mercado y tratará de usar la tecnología 5G para incrementar su cuota de mercado.

La suma de todos estos despliegues iniciales enriquecerá significativamente el conocimiento y animará a otras operadoras a seguir los pasos de los pioneros de la 5G. Al mismo tiempo, los nuevos dispositivos y asignaciones de espectro deberían impulsar la adopción de dicha tecnología e impulsar su instalación… y por ello, también el gasto en 5G.

En efecto, la 5G no requerirá tan solo espectro y dispositivos. También se llevará una parte del gasto de capital.

Y ¿de cuánto dinero estamos hablando?

En nuestras previsiones de gasto de capital para 2025, que acabamos de ampliar (y que se publicarán próximamente), pronosticamos que las operadoras se van a gastar más de 1.300 millones de dólares (unos 1.155 millones de euros) en redes durante los próximos siete años. La mayor parte de dicha cantidad (un 75%, esto es, poco menos de 1 billón de dólares / unos 890.000 millones de euros) se asignará a la 5G. El resto se destinará sobre todo a renovar y ampliar las redes 4G, que coexistirán con las 5G hasta el final del período al que se refieren las previsiones. La estrategia para monetizar la 4G era maś o menos clara: cobrar más por los datos, lo que significaba cobrar más por megabyte o vender los datos en paquetes de mayor tamaño. En realidad, la estrategia no tuvo éxito ni incrementó el promedio de ingresos por usuario (ARPU) en todos los mercados. Por contraste, la 5G supone un sistema más complejo, en el que la combinación de diferentes tecnologías permite imaginar sistemas de monetización diversos, variados y complejos. Todo ello tendrá consecuencias sobre el gasto de capital.

¿Dónde está el truco?

La industria ha tenido el mérito de comprender que la 5G no se usará para una sola aplicación y que cada operadora deberá formular una estrategia propia para generar ingresos. Por tanto, las redes 5G tendrán que ser construidas con un sistema modular que permita ofrecer servicios personalizados, además de escalabilidad. Al mismo tiempo, las operadoras deberán mantener la proporción entre gasto de capital e ingresos lo bastante baja como para tener satisfechos a los inversores. Si tenemos en cuenta todos los factores, parece probable que el ciclo global de inversión en 5G sea más gradual que el de la 4G. El gasto de capital se ampliará y la ratio general entre gasto de capital e ingresos no podrá superar el 18,5%.

Entonces, ¿en qué debería gastarse el dinero?

Una cosa es segura: la 5G requerirá una mayor densificación de la red, por lo que una importante cuota de inversión deberá destinarse a la red de radio (RAN). De hecho, pronosticamos que el porcentaje de gasto de capital dedicado a RAN crecerá del 62% de 2018 al 86% en 2025 (véase gráfico inferior, haga clic para ampliar). En parte, se debe a la densificación. En parte, a que muchas de las operadoras presentes en los primeros mercados donde se lanzará la 5G ya tienen instalada la fibra necesaria para un RAN actualizado, y a que buena parte de las otras ya disponen de suficiente capacidad troncal (backhaul), porque la adopción de la 5G en todo el mundo aún se hallará en torno al 16% en 2025.

Dicho esto, es importante recordar que la distribución de las inversiones básicas y en RAN variará entre las distintas regiones, según el desarrollo de la red básica de cada uno de los países y operadoras. Si bien no esperamos que la proporción de sitios conectados mediante backhaul de fibra crezca significativamente antes de 2025, tan pronto como las redes 5G estén activas las operadoras deberán pensar en invertir en sus redes de transporte para poder aumentar su capacidad.

¿Hay alguna posibilidad de gastar menos?

La virtualización de funciones de red (NFV), las redes definidas por software (SDN) y las redes de acceso radio en la nube (Cloud RAN) ofrecen diversas posibilidades de desplegar y renovar equipos con mayor rapidez y reducir tanto el personal de mantenimiento como el espacio físico de instalación. Permiten cambiar de proveedores de equipamiento con mayor facilidad y menos costes, y ahorran la necesidad de retirar el equipamiento de un proveedor antes de instalar el otro. Por otra parte, la compartición de redes podría abaratar la costosa densificación de RAN, sobre todo en áreas rurales, donde el rendimiento de las inversiones suele ser menor.

Algunos países se están planteando, incluso, la opción de disponer de un anfitrión neutral que despliegue la 5G y la alquile en régimen mayorista a otras operadoras móviles. Un anfitrión neutral podría resultar especialmente viable en países donde los ingresos medios por usuario son bajos y las operadoras ya tienen una deuda neta elevada respecto a su EBITDA.

Una cuestión que pesa sobre todas las estimaciones de gasto de capital en 5G es que todavía no está clara la justificación económica global de dicha tecnología. Y si bien existen múltiples casos de uso que brindan oportunidades de incremento de ingresos a las operadoras, el riesgo de que dicho incremento no se materialice todavía es significativo. En última instancia, las operadoras deberán construir sus redes 5G de acuerdo con las oportunidades y limitaciones específicas de los mercados donde operan.

Por ello, el número de modelos de despliegue –y, por tanto, de financiación– de la 5G podría igualar al de los servicios en los que se utilice.

– Alla Shabelnikova – analista sénior de datos financieros de GSMA Intelligence

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