En la actualidad, la asignación del espectro de 6 GHz es uno de los temas más candentes entre los expertos en espectro y analistas de telecomunicaciones. Por supuesto que la mayoría de usuarios de Internet, e incluso muchos conocedores del sector, reaccionan con previsible falta de interés cuando oyen hablar de espectro, de bandas de frecuencias o de la próxima Conferencia Mundial de Radiocomunicaciones. No es probable que esto cambie en un futuro cercano.

Pero, con independencia de la atención que le dedique el consumidor medio, no cabe duda de que toda persona que use Internet durante los próximos quince años se verá afectada por las decisiones de su gobierno sobre la banda de 6 GHz.

A estas alturas, no es necesario subrayar el impacto de las tecnologías de banda ancha durante la última década, ni tampoco el papel que han desempeñado desde que empezó la pandemia de Covid-19. La conectividad de banda ancha ha favorecido el incremento del PIB y el empleo, ha reducido la pobreza y ha facilitado la contención de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero quizá sí convenga explicar que estos impactos se potencian aún más mediante la renovación de las tecnologías de banda ancha, sean de 3G a 4G, de esta última a 5G, o de xDSL a fibra-hasta-el-hogar. A menudo, los economistas afirman que hay que asignar el espectro de manera que se maximice su valor social y económico para la sociedad, y el uso del espectro para proporcionar conectividad de banda ancha es un excelente ejemplo de ello.

¿Con licencia, sin licencia o ambas?
Pero ¿qué ocurre cuando las dos opciones principales en una determinada banda son el uso con licencia o sin ella? Más en concreto, ¿qué deben hacer los gobiernos ante la alternativa entre dedicar el espectro a la nueva radio (NR) 5G, que proporciona cobertura de banda ancha en interiores y exteriores de gran superficie, o bien a la Wi-Fi, que soporta la banda ancha fija con conexiones inalámbricas locales en hogares e instalaciones varias?

Esta es la decisión a la que se enfrentan muchos gobiernos de todo el mundo en referencia a la banda de 6 GHz, y ya están adoptando enfoques divergentes. Algunos de ellos han asignado toda la banda para uso no sujeto a licencia, mientras que otros estudian su uso bajo licencia. Un tercer grupo está asignando la franja inferior de 6 GHz (de 5925 MHz/5945 MHz a 6425 MHz) a uso sin licencia y estudia la asignación de la franja superior (6425-7125 MHz) a uso con licencia.

La banda de 6 GHz es el mayor bloque de espectro de banda media que aún puede asignarse a servicios móviles con o sin licencia en un futuro previsible, lo que significa que los gobiernos deben evaluar con mucho cuidado su decisión. Para ayudar a los responsables políticos a realizar dicha evaluación, GSMA Intelligence ha publicado recientemente un análisis de costes y beneficios de diferentes modelos de autorización de la banda de 6 GHz en 12 países. Los resultados del estudio muestran que la política óptima para cada uno de los mercados dependerá de las previsiones de adopción de la 5G y de los servicios de banda ancha mediante fibra y cable, de la disponibilidad de espectro en otras bandas y de las velocidades que la banda ancha fija pueda ofrecer a los consumidores.

Identificación de las carencias de capacidad
En 2021, la GSMA y Coleago Consulting demostraron que solo se podría desarrollar la plena capacidad de la 5G si se disponía de unos 2 GHz de espectro en la banda media entre 2025 y 2030. En la mayoría de los países, esto requerirá espectro en la banda de 6 GHz, sin el cual, o bien aumentará el coste del despliegue de la 5G, con repercusiones sobre la asequibilidad y el uso de la tecnología, o bien empeorará la calidad de la red, especialmente si las operadoras alcanzan los límites de densificación de esta. Todo ello significa que la asignación de espectro en la banda de 6 GHz resolverá las limitaciones de capacidad de la red y garantizará que consumidores y empresas puedan obtener todos los beneficios socioeconómicos que ofrece la 5G.

¿Qué ocurre con el Wi-Fi? En la actualidad, aunque se disponga de una conexión de banda ancha de fibra óptica hasta el hogar, es poco probable que se pueda acceder a velocidades superiores a 300-400 Mbps. Por ello, no parece que el Wi-Fi sea un cuello de botella que frene la mejora en el rendimiento. De hecho, aunque las velocidades puedan alcanzar 1 Gbps, o incluso 5 Gbps, existe suficiente espectro no sujeto a licencia para que el Wi-Fi pueda hacer frente a la demanda. En tal caso, el estudio de GSMA Intelligence muestra que la asignación de toda la banda de 6 GHz a tecnología móvil con licencia será la más beneficiosa desde el punto de vista económico, al menos en los países estudiados.

¿Qué ocurrirá si las velocidades de la banda ancha fija crecen todavía más hasta alcanzar los 10 Gbps? Podría ocurrir en algunos mercados durante los próximos quince años. Aun así, en la mayoría de países debería haber suficiente espectro no sujeto a licencia para satisfacer la demanda si el Wi-Fi hace un uso eficiente del espectro en bandas altas (la banda de 60 GHz sin licencia), igual que se espera de la 5G con licencia, mediante el uso de espectro de ondas milimétricas de banda alta. Si no es así, el espectro asignado al Wi-Fi será un cuello de botella que impedirá que el consumidor se beneficie plenamente de la banda ancha por fibra y por cable, y en la mayoría de los países la asignación de la banda inferior de 6 GHz para uso sin licencia y de la franja superior para tecnología móvil con licencia en un enfoque de banda dividida impulsará el mayor beneficio económico (mientras que en el resto de países, la asignación de toda la banda para uso con licencia seguirá siendo la mejor opción). Sin embargo, no utilizar ninguna de las bandas altas para Wi-Fi sería un uso muy ineficiente del espectro.

¿Existe un escenario en el que la asignación de toda la banda para uso sin licencia genere el mayor beneficio socioeconómico?

Según el estudio de GSMA Intelligence, no, porque la asignación de la banda inferior de 6 GHz basta para satisfacer la demanda, aunque no se utilice la banda de 60 GHz. Esto significa que la asignación de toda la banda de 6 GHz para uso sin licencia no supone ninguna ganancia adicional.

Hay que actuar
El análisis destacado en el informe muestra la importancia de asignar la banda de 6 GHz a partir de las pruebas existentes y de las previsiones sobre la evolución del mercado de banda ancha.

De hecho, cuando el espectro no se asigna mediante procedimientos basados en el mercado, como por ejemplo en una subasta, la mayoría de los gobiernos y organizaciones internacionales abogan por realizar una evaluación de impacto a fin de identificar las políticas más adecuadas. Dado que la mayoría de los países aún no han tomado una decisión sobre el uso de la totalidad de la banda de 6 GHz, ahora es el momento ideal para que los responsables políticos aborden la falta de evidencias y se aseguren de que sus ciudadanos obtienen el máximo provecho de dicho espectro.

– Kalvin Bahia – economista, GSMA Intelligence

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