INTERNET OF THINGS WORLD FORUM, CHICAGO – La transformación de los procesos industriales tradicionales es el campo en el que la internet de las cosas crecerá más y tendrá efectos más visibles a corto y medio plazo. En el encuentro Internet of Things World Forum (IoTWF) que Cisco, suministrador de tecnologías de red, celebra esta semana en Chicago, Wim Elfrink, director de globalización de la firma, ha asegurado que la internet de las cosas está creciendo a un ritmo de 300.000 nuevos objetos conectados cada hora.

Dichos objetos, según Elfrink, se unen a los 3.000 millones de todo tipo que se conectaron digitalmente a lo largo del año pasado. Actualmente, el 37% de la internet de las cosas corresponde a aplicaciones industriales, pero ese porcentaje aumentará hasta alcanzar el 50% en 2017. Pese a la gran visibilidad de los dispositivos de consumo como smartphones y relojes inteligentes, el segundo segmento en términos de adopción son las aplicaciones urbanas, ya sean para monitorizar y controlar el tráfico de vehículos, analizar la calidad del aire y el agua, sensorizar plazas de aparcamiento, administrar a distancia la iluminación de las calles y su mantenimiento, gestionar flotas municipales de bicicletas compartidas u optimizar las rutas de recogida de residuos según el nivel de llenado de los contenedores. Estas aplicaciones no han variado mucho desde la edición anterior del IoTWF, celebrada el año pasado en Barcelona, pero sí han aumentado los despliegues piloto de este tipo de tecnologías, como el de Chicago, cuyo teniente de alcalde Steve Koch intervino para poner la ciudad a disposición de Cisco y otras empresas del sector que quieran probar sus tecnologías.

Entre ellas figuran la denominada ‘fog’ (niebla), una capa de interconexión más cercana a los sensores que los actuales servicios en la nube y que Cisco promueve para las aplicaciones en las que no sea admisible la latencia, como la monitorización de plantas industriales o la gestión de los semáforos, en los que se requiere situar la inteligencia en los mismos confines de la red.

Los 1.500 participantes en el IoTWF de Chicago han manifestado nuevamente el interés por tres aspectos de la internet de las cosas. El primero, el establecimiento de estándares que faciliten la interoperatividad entre los sistemas de diversos suministradores. A tal efecto, el consorcio IoTWF ha propuesto en Chicago un modelo de referencia que define los diversos niveles de hardware, software y aplicaciones que intervienen en la internet de las cosas y que debería servir de base para la creación de los estándares correspondientes.

En segundo lugar, la seguridad de los datos. Pese a que empresas como la minera Rio Tinto gestionan a través de la internet de las cosas el funcionamiento de gigantescos camiones de 500 toneladas y perforadoras situados a miles de kilómetros de distancia, los consumidores pueden ser reacios a confiar sus datos sanitarios a una pulsera conectada, al menos hasta que comprueban que incrementa la eficacia del tratamiento médico.

El tercer componente de la internet de las cosas que deberá ser objeto de mejora, según los ponentes del IoTWF, es el coste de los sensores: según los expertos, este sector despegará realmente cuando un sensor que actualmente cuesta cinco euros pase a costar 50 céntimos, lo que permitirá despliegues realmente masivos en las industrias tradicionales.

Otro de los anuncios realizados por el IoTWF en Chicago es el referido al consorcio de talento IoT, una alianza entre empresas como Cisco, Rockwell, Xerox, Pearson y GE, junto a centros de formación como la Academia de Ciencias de Nueva York, el MIT, la Universidad de Stanford, para crear los programas formativos en análisis de datos, internet de las cosas y ciberseguridad que harán falta para instruir a los más de dos millones de profesionales especializados que serán necesarios en este campo durante la próxima década.