A medida que los organismos reguladores de múltiples mercados tratan de hacer frente a las crecientes montañas de residuos electrónicos, los fabricantes de smartphones se ven presionados para alargar la vida útil de los dispositivos. A modo de respuesta, varias empresas de renombre han emprendido iniciativas de autoreparación. Pero ¿serán suficientes para atajar el problema?

Durante los últimos tiempos, varios fabricantes han proclamado sus objetivos y méritos en el ámbito de la ecología, pero al mismo tiempo se mantiene un flujo constante de dispositivos nuevos que entran en el mercado con cámaras renovadas, baterías mejoradas, y nuevas y atractivas funcionalidades.

Este esfuerzo comercial, combinado con la degradación de las baterías y el coste relativamente elevado de la reparación de desperfectos comunes como los que sufren las pantallas, explica por qué muchos usuarios reemplazan sus dispositivos antes que otros aparatos electrónicos de consumo.

Las cifras publicadas por Strategy Analytics a finales de 2021 indicaban que en 2020 el ciclo de sustitución de smartphones en todo el mundo se situaba en 43 meses.

Si bien dicha cifra puede parecer elevada, la firma de analistas indica que se ha incrementado por cuestiones relacionadas con la pandemia y que se espera que el ciclo se “recupere” y se haya reducido a 39 meses en 2026.

Con todo, Strategy Analytics señala que el período de conservación de los teléfonos ha crecido desde que se alcanzó el mínimo histórico de 28 meses en 2013. Dicha tendencia se atribuye a la eliminación de subvenciones, la mejora de la calidad de los dispositivos y la falta de “grandes innovaciones en hardware”.

En lo que parece un intento de prolongar la longevidad de los dispositivos y (habrá quien diga con cinismo) alejar la amenaza de una normativa más estricta, varios fabricantes han abierto este año canales de autoreparación autorizados.

Apple, Samsung y Google han empezado a ofrecer dicho servicio en cooperación con socios en EEUU y los primeros indicios apuntan a que posteriormente se ampliará.

Sin embargo, existen diversos obstáculos. Para empezar, se requiere un nivel de competencia razonable para llevar a cabo las reparaciones. En palabras de Apple, el servicio es adecuado para quien posea “experiencia en las complejidades de la reparación de dispositivos electrónicos”.

Además, hay que tener en cuenta el coste. Un equipo de sustitución de batería y pantalla (no se ofrecen por separado) para un Samsung Galaxy S21 Ultra cuesta algo menos de 240 dólares (unos 243 euros). Incluye las instrucciones y herramientas necesarias, pero, por supuesto, exige que el usuario sea capaz de efectuar la sustitución con éxito.

Si se efectúa de manera incorrecta, la necesidad de pagar a un tercero para que repare a su vez la reparación incrementará todavía más la factura.

Fairphone
Los smartphones autoreparables no son ninguna novedad. La marca Fairphone, que otorga especial relevancia a las cuestiones de sostenibilidad, ha estado proporcionando medios para que los usuarios arreglen y actualicen sus dispositivos modulares desde 2015.

Anna Joop, portavoz de Fairphone, ha declarado a Mobile World Live que a menudo los usuarios compran sus teléfonos para poder disponer de esta funcionalidad, si bien reconoce que “algunas personas pueden sentirse intimidadas a la hora de desmontar el teléfono” y señala que su empresa ofrece instrucciones detalladas y, si es necesario, opciones de reparación alternativas.

En general, el sector de telefonía móvil considera que “el principal obstáculo, probablemente, es que la mayoría de los teléfonos del mercado actual no pueden repararse en casa. A estas alturas estamos tan acostumbrados a tener que tirar las cosas a la basura que la posibilidad de repararlas con frecuencia ni siquiera se nos pasa por la cabeza.”

Joop celebra la iniciativa de los grandes fabricantes de teléfonos móviles para favorecer la autoreparación, pero señala que “aún queda mucho trabajo por hacer. Algo que no ha cambiado es la base del sistema económico. De hecho, ha empeorado en gran medida. La industria aún se basa en producir y vender cada vez más. Los ciclos de vida aún son muy cortos y no se aborda en medida suficiente la cuestión de la longevidad [de los dispositivos].”

Aunque las grandes empresas parecen estar bien predispuestas para con las prácticas de mayor sostenibilidad, es probable que las actuaciones y amenazas de los organismos reguladores tengan un papel clave en conseguir que las principales firmas faciliten el proceso.

Ben Wood, analista jefe de CCS Insight, ha declarado a MWL que entiende que “un gran motor para la implantación de estos sistemas es la presión legislativa ya existente y la que se dará en el futuro. Las medidas anunciadas hasta ahora son un paso en la dirección correcta, pero en el futuro será necesario un cambio más radical en el diseño de los teléfonos a fin de facilitar su reparación.”

Ha añadido que existe una importante demanda de reparaciones por parte de los consumidores y que el estudio más reciente de CCS Insight muestra que el 44% de los usuarios estadounidenses querría poder “reparar el teléfono móvil por un precio asequible, si este se estropea una vez finalizado el período de garantía”.

Así mismo, Wood afirma que “es de esperar que la presión normativa no cese de aumentar y que crezca la exigencia de ampliar las posibilidades de reparación. Esto implicaría que el suministro de piezas de repuesto fuera más sencillo y asequible, y que se mejorara el diseño de los dispositivos para que sean más fáciles de reparar”.

Cambio de imagen
Los planes citados no solo hacen posible la autoreparación, sino que ponen los componentes a disposición de terceros que pueden ofrecer reparaciones a un precio más competitivo que el que existía hasta ahora.

David McQueen, director de ABI Research, ha indicado que esto supone un “cambio significativo”, especialmente para Apple.

Señala que “durante mucho tiempo se ha ofrecido resistencia a la reparación independiente a base de restringir el acceso a piezas, manuales y equipos de diagnóstico, crear productos difíciles de reparar y emprender campañas contra las leyes que protegen la libertad de reparación”.

“Podría decirse que la medida adoptada por Apple es una buena noticia para los clientes, porque estos dispondrán de más opciones de reparación, gracias a la mayor disponibilidad de piezas genuinas.”

“Al ampliarse las posibilidades de reparación, los clientes reciben un producto duradero que conserva su valor durante varios años.”

No obstante, McQueen señala que la reparación de algunos dispositivos podría seguir siendo complicada a pesar de la legislación en vigor (como la que ya se ha aprobado en el estado de Nueva York) si los fabricantes recurren a bloqueos de software, pegamentos especiales o herramientas específicas, o no proporcionan los manuales.

Con todo, ha añadido que la tendencia a alargar la vida útil de los bienes de consumo beneficia a un sector de reparaciones en crecimiento, apacigua a los organismos reguladores e incrementa la satisfacción del usuario final.

McQueen opina que las nuevas medidas también se enmarcan en la tendencia de los consumidores a volverse más conscientes del impacto medioambiental de los residuos electrónicos. “Esto podría afectar a las ventas globales del sector de la electrónica de consumo, lo que se traduciría en una reducción de las ventas de smartphones y en un alargamiento de los ciclos de sustitución.”

Aunque sin duda se trata de una actuación muy positiva para algunos consumidores capaces de efectuar reparaciones, es evidente que las diferencias en habilidades y disponibilidad de dinero en efectivo aún suponen barreras para algunas personas.

De todos modos, se ha dado un paso en la dirección correcta (aunque haya sido necesaria la amable insistencia de las autoridades) y podría tratarse del inicio de una tendencia que pondrá fin a las cifras sobre montañas de teléfonos en desuso que destacan en los titulares.

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